El humo y la represión: sobre el «atentado en La Rural»

Mucho ruido…
(escrito a una semana ‘del atentado’)

El pasado jueves 5 de septiembre detonó en la sede de la Sociedad Rural Argentina (SRA) un sobre a nombre de Nicolas Pino, presidente de la entidad, compuesto de pólvora, una batería y un detonador que se activó al momento de abrirse, este principio de ignición generó una llamarada que hizo que la secretaria que lo abrió y sus compañeros de oficina salieran corriendo de la escena como se ve en un video que está circulando desde ese mismo día. Horas más tarde era recibido un segundo paquete a nombre del vicepresidente y detonado afuera del edificio por la brigada antiexplosivos, aunque luego se comprobara que este no representaba ningún peligro y era “una encomienda real”.

Hasta el momento esto es lo único que se sabe, y a nuestro parecer, lo que debería importarnos. El resto fueron conjeturas, acusaciones, farándula, humo y utilización política, llegando incluso a la detención de una persona que poco parecía tener que ver con el hecho, pero primero detengámonos en los primeros días.

El viernes 6 de septiembre la portada de Clarín era precisa con las acusaciones.

Al mismo tiempo en distintas redes sociales desde sectores afines al gobierno instalaron el #volvieronlosmontoneros mezclando la participación de un triste Firmenich en una charla por Zoom con una agrupación nacionalista, con el ‘atentado’, y así la eterna lógica de saturación mediática, la imposición del discurso vacío y la repetición política. Mientras tanto distintos “expertos en seguridad” se paseaban por todos los medios hablando de los flagelos del terrorismo, de la “psicología de los atacantes” de “lobos solitarios”, y todos los lugares comunes de la lógica Lombrosiana de principio de siglo xx, además de la necesidad tajante de reafirmar el control urbano “Es obvio que lo van a agarrar con la cantidad de cámaras que por suerte tenemos en la ciudad, nadie puede hacer esto sin que lo agarren”, humo y acusaciones cruzadas, que la ministro de seguridad Patricia Bullrich haya nombrado a grupos anarquistas y veganos no es casualidad, pero tampoco lo es la postura de distintas “defensas” del caso.

Si hay algo en lo que coinciden ambos “lados de la grieta” es que este tipo de acciones merecen el castigo de la ley y la detención de los ‘culpables’, el cuidado de las instituciones y la defensa del orden democrático se antepone por sobre cualquier distinción de colores partidarios, aunque las chicanas mediáticas busquen aparentar diferencias reales.

Lo que queda en el fondo, detrás de la cortina de humo, es el ataque, el hecho tangible de apuntar y señalar como enemigo al presidente de la Sociedad Rural, una organización central en la historia oligárquica argentina, fundada en 1866, participe activa desde la campaña del desierto, la represión en la Patagonia en 1920 y así podríamos seguir con los distintos gobiernos, genocidios y dictaduras a lo largo de la historia argentina, incluso como responsable directa de la presión económica ejercida en 1975/76 y los paros patronales para legitimar el último golpe de Estado. Ejemplos hay muchos, demasiados, lo único que nos queda claro, y que de manera más o menos profunda ya sabemos todxs, es que la Sociedad Rural Argentina es una de las instituciones visibles más explicitas en la defensa de la explotación capitalista, el extractivismo, el especismo y el orden estatal.

¿Eso justifica el ataque? ¿Ante quién? ¿Desde qué lugar? Etc. etc.

Esas son preguntas válidas, necesarias, porque tampoco es cuestión de festejar alzando el puño de la misma forma que se lo hace al ver un partido de futbol, no es cuestión de ser buenxs espectadorxs anarquistas y celebrar la mediatización de las prácticas, no se trata de sumarnos al ruido y repetir entre el tsunami de propaganda twittera que esta acción es válida, sino de poder encontrar las formas de profundizar en ella, o mejor dicho, que esta sea un puntapié para la comunicación, alejadxs también del cinismo y la solemnidad ciudadana (muy presente en muchos entornos “militantes”) que se preguntan sobradamente “¿y de qué sirve esto? ¿Con estas acciones van a destruir el capitalismo? Solo están llamando a la represión, solo se están alumbrando” y así podríamos seguir al infinito.

El ejemplo de “Animal Libre” diciendo que “no hay que confundir una lucha por justicia con actos de violencia” defendiéndose sin que nadie lxs acuse sino salvaguardando su lugar de buenos activistas, es una muestra clara de lo que buscan y producen las campañas represivas, aislamiento de las acciones directas, miedo, paranoia y resguardo de las posiciones ‘ganadas’ dentro de la sociedad del capital, el veganismo (o el anarquismo, o el feminismo) como una etiqueta vacía de cualquier irrupción real contra las relaciones mercantiles y sus representantes, sino como slogans bienintencionados, pancartas activistas, buenas voluntades que “solo quieren un mundo mejor”, nada nuevo en el horizonte.

Lo que nos queda claro es que el poder también es una cascara vacía, fundado y afianzado sobre la represión y la cárcel, pero vacío de significantes que puedan aglutinar una defensa en sí mismo, ¿Por qué se hizo una explotación mediática del hecho y no (como sucedió en otras épocas) se lo dejó pasar inadvertido? Sin la necesidad de entrar en teorías conspirativas, porque los gobiernos ligados al populismo liberal necesitan confrontar con la imagen de “zurdos, terroristas, anarquistas” para legitimarse a sí mismos, independientemente de la peligrosidad o lo tangible de algunas acciones, de la misma forma que el peronismo/kirchnerismo necesita configurar una dicotomía en la que son representantes de “los sectores populares contra la derecha”, lógicas claras en la disputa política. Pero también, en el caso puntual del ataque a la Sociedad Rural, este fue utilizado, dentro de las narrativas del poder, como una respuesta al clima latente de descontento con la represión a lxs jubiladxs, un punto en el que se reunió la indignación de distintos sectores sociales de forma más o menos unánime y sobre la que ahora buscan torcer la arena política. ¿Esto significa que el ataque ‘le sirvió’ al gobierno para invisibilizar la represión a los jubilados? No, significa que fue una de las cartas que eligió poner en sus portadas, de la misma forma que va encontrando distintas confrontaciones virtuales semana tras semana o día tras día mientras avanza con recortes y la precarización de la vida. La respuesta y la relevancia en todo caso no está en si la acción estuvo en la tapa de los diarios o si el gobierno la utiliza o no políticamente, estas particularidades hay que tenerlas en cuenta, pero sobre todo es necesario pensar las formas de profundizar en este tipo de acciones directas, pensarlas de forma crítica sin caer en el fetichismo, con una aproximación real y con las preguntas que estas nos ofrecen.

Pocas nueces
(escrito a dos semanas ‘del atentado’)

Una nueva semana y la arena política cambió rápidamente de sujeto antagónico, el populismo liberal se debate entre videos virales contra “la casta política”, conferencias en el Congreso sin demasiadas repercusiones, y otra gira del presidente por EE.UU. para acordar apoyos con Elon Musk e Israel, mientras tanto en Córdoba se incendian miles de hectáreas, se avecina un nuevo veto contra el presupuesto universitario, y lxs jubiladxs miércoles a miércoles continúan tensionando las calles del Congreso, del humo en la rural… poco y nada.

Dos días después del hecho (el 7 de septiembre) fue detenida con bombos y platillos una persona acusada de la acción, su nombre fue divulgado por todos los medios de comunicación, al igual que su dirección, lugar de trabajo, su DNI y todo dato que sirviera al morbo mediático, incluso lo que tenia en su heladera para “demostrar que no era vegano”. A primeras luces este parecía ser un montaje burdo igual al que armaron luego del ataque a Clarin en noviembre de 2021, es decir, agarrar a un perejil con elementos que de alguna forma puedan caratular una responsabilidad, en el caso de Clarin fue un repartidor que se encontraba en la zona y una foto de kropotkin y otra en una unidad básica kirchnerista en Facebook, estas “pruebas” también fueron suficiente para publicar su nombre, dirección, foto y lugar de trabajo en todos los medios, además de asegurarle una estadía en la comisaria durante unos días. El plan en este caso fue el mismo, ante el ruido mediático, la necesidad de armar una carpeta, mostrar responsables y asegurar la ‘buena actuación’ del ministerio de seguridad, en el medio continúan las investigaciones, y lo burdo de estos montajes mediáticos se pierde en el mar de información y amarillismo. Luego de unos días esta persona presentada como “la responsable del atentado a la rural” fue liberada por falta de pruebas, y es que esperar que un agente inmobiliario afin a Milei haya realizado esta acción ya era forzado incluso para la justicia.

¿Y ahora?

Seguramente sigan las investigaciones, pueden haber allanamientos, seguimientos, etc. lo de siempre, pero también quedan claros (otra vez)  el humo y el ruido, así como la imposibilidad del poder por sostener sus propias narrativas. Podemos decir, con cierto cinismo, que eso no importa, que toda mentira queda, que el entretenimiento punitivo se inyecta y propaga sin ninguna consecuencia, pero también es necesario recalcar que ellos, nuestros enemigos, también son endebles y lo saben, tienen en claro que tanto las acciones ‘pequeñas’, individuales, como la agitación en las calles y la rabia social, pueden desbordarse, relacionarse, dialogar y desembocar por distintos afluentes, por lo tanto, su narrativa tiene que necesariamente aislar cada posible peligro, limitarlo al lugar de lo discursivo, al territorio político y la puja del espectáculo partidario.

¿Qué nos queda a nosotrxs?

Nos queda aprender, impulsar el desafío que tenemos en frente, pensar cual es nuestro rol y nuestras posibilidades frente a las acciones directas de todo tipo, hacer de la solidaridad algo tangible, material, práctico, contagioso, sin caer en el asistencialismo, sino en la solidaridad consecuente, donde las palabras son necesarias pero muchas veces también sobran.

Hay un contexto donde todo avanza a tiempos acelerados, pero también donde una resistencia se está aunando y tensionando en el tejido social, por fuera del humo y el ruido, por fuera de su “rosca política”, está latente y nosotrxs tenemos muchas herramientas para compartir y tantas experiencias para no dejarnos doblegar, esta tensión tendrá sus desbordes y sus recuperadores, y tenemos que tener en claro quienes están de cada lado, quienes están parados en la vereda esperando el momento oportuno para erigirse como representantes y asegurarse una banca estatal y quienes están en la calle con la capucha lista para impulsar nuevas realidades y relaciones sociales.