Periódico Acción Directa, Noviembre de 1973, Buenos Aires.
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El peronismo de izquierda sufre una profunda crisis. La JP, la JTP, la JUP, Montoneros, FAP y el Peronismo de Base están soportando la contradicción entre sus expectativas desarrolladas en la resistencia y los hechos del reciente gobierno peronista, confirmados por la actual política de Perón. De 1955 a 1973 el peronismo reconstruyó sus cuadros a través del desarrollo de dos corrientes bien diferenciadas. La izquierda, se fue delineando a través de las actuaciones de John Cooke, y de Juan Garcia Elorrio y Cristina Ahumada desde “Cristianismo y revolución”, del “Programa de Huerta Grande”, de las 62 organizaciones, de las luchas de la CGT de los Argentinos, etc. Emergentes, todos, del fenómeno de masas del peronismo, expresaban un aspecto de la lucha de clases en la Argentina.
La derecha puede caracterizarse por el grueso de los elementos que integraron los cuadros de gobierno entre 1945 y 1955 viviendo el fenómeno como un proceso paternalista y conservador. No obstante su poca labor de resistencia fortaleció su aparato en los últimos años merced a vínculos de clase, negociando con la burguesía no peronista dueña del poder y afianzándose por medio de la burocracia sindical. Y perón desde el exilio mantuvo una estrategia que no solo le permitió continuar como figura inspiradora de ambas corrientes a la vez, sino ejercer en forma efectiva su jefatura. Ello le fue posible porque siendo la resistencia lo fundamental, las diferencias entre la izquierda y la derecha solo aparecían acentuadas a través de un futuro incierto.
En realidad la verdadera resistencia la lleva a cabo la izquierda peronista, fundamentalmente a través de las huelgas de la CGT de los argentinos, el Cordobazo, el Rosariazo, de las luchas en Tucumán, de las luchas de Sitrac-Sitram y de la acción de los grupos armados. Tomando a Perón como aglutinador y símbolo del proceso, esperaba de él el desempeño de un papel positivo respecto de la lucha de clases. El apoyo desde el exilio a la resistencia de la izquierda hizo incluso que los dirigentes tradicionales y la burocracia sindical la respaldaran durante 18 años. El clima de agitación que vivía el país fue capitalizado entonces por el conjunto del peronismo de dos modos: como factor de atemorización de las clases poseedoras y como posible de ser controlado por la presencia de Perón en el gobierno.
Sin embargo el proceso no ha sido el resultado de una política unilateral. La burguesía ha promovido el regreso de Perón, porque habiendo ya experimentado que él no representa un proceso revolucionario, consideró que en cambio constituye la posibilidad de frenar los descontentos populares. Por ese acuerdo tácito es que están en el gobierno en la etapa actual los elementos reaccionarios del peronismo: son las piezas activas de la política de alianzas con la burguesía. Otros hechos, como el respaldo total a Gelbard, el apoyo a la cúpula sindical, la ratificación de la política económica y el pacto social, el intento de reemplazo del imperialismo yanqui por el imperialismo europeo, las nuevas leyes represivas, la campaña macartista de desmarxistización, y el dejar que el matonismo sindical asesine en nombre de ella, son también el resultado de ese acuerdo entre Perón y la burguesía.
Frente a ello, la izquierda peronista estrecha filas en la JTP, la JUP, Montoneros, FAP y el Peronismo de Base. En un principio, bajo el desconcierto del impacto, su respuesta es de mantenimiento de sus consignas revolucionarias, pero revestidas con las absurdas explicaciones del ”cerco”, la ”táctica”, etc. Es comprensible. Dieciocho años es demasiado tiempo como para que no haya arraigado hondo la verticalidad y la imagen de un Perón revolucionario “por una patria socialista”. Máxime cuando en los últimos meses se fortalece con esperanzas al concretarse el retorno que fuera bandera de una lucha heroica todos esos años.
Pero el peronismo de izquierda no es el resultado de un enfoque simplemente político. Su desarrollo es una consecuencia de la lucha de clases que pasa a través de los movimientos de base. Es el proceso de masas el que ha concientizado a la izquierda peronista, y será él quien le hará superar su disyuntiva frente al gobierno actual. Día a día la crisis se acentúa; y sus órganos de expresión, “Militancia” y “El descamisado”, dan testimonio de ello junto a la violencia de la represión con la que se intenta suprimir a los dirigentes revolucionarios. Si la indecisión es producto de la crisis, también puede ser fatal en estos momentos. Y si la JTP, la JUP, Montoneros, FAP y el Peronismo de base no resuelven la contradicción rompiendo finalmente con Perón como agente de la burguesía, habrán perdido definitivamente el sentido de su lucha”.