Bs As: Jornada anarquista contra la educación

Jornada anarquista contra la educación
Domingo 12/5 de 14hs a 17hs
Se agradece la difusión
¡Traé tu feria!

Conversatorio en torno al colegio como institución de control y crítica a la pedagogía libertaria:

Uno de los pedestales intachables de la sociedad capitalista democrática es la educación, el sacrificio pedagógico y el recuerdo nostálgico de la escuela como espacio de libertad abundan en el imaginario argentino.
Ahora bien, si analizamos el rol histórico de la educación tanto en este territorio como en el resto del mundo, ésta claramente obedece a finalidades domesticadoras, alienantes y pacificadoras de los conflictos o mejor dicho, del avance civilizatorio de los estados. Los colegios son parte esencial de la dominación estatal en tanto que imponen ideologías, conductas, moralidades y jerarquías, y como tal fueron una de las formas de dominación sobre los pueblos originarios, junto con el fusil y la biblia.
En la actualidad, por el contrario, y bajo las lógicas izquierdistas de control, los colegios se nos presentan como una herramienta, una asistencia para poder ser partícipe de la sociedad carcelaria en la que vivimos en supuesta contraposición al peligro caótico de las calles, justamente cuando estas son las dos caras de la misma moneda, cuando detrás de la obediencia a la policía se encuentra la obediencia al profesor y la repetición rutinaria escolar es aquella que conduce a la sumisión en el trabajo.

Siguiendo con las jornadas y conversatorios anárquicos en el parque centenario, proponemos pensar de forma crítica la educación y las formas en las que tensionamos las relaciones sociales hacia nuevas realidades antiautoritarias.

¡Lxs esperamos!

cita: El educador mercenario, pedro garcia olivo.

«¿Es concebible una práctica genuinamente “crítica” de la Enseñanza, un ejercicio de la docencia que no ubique al profesor entre los meros ‘funcionarios del consenso’, en una posición de ‘solidaridad’ secreta con los fines y procedimientos del Sistema, posición de ‘culpabilidad’ política, de ‘complicidad’ represiva, de ‘identificación’ -más o menos revoltosa- con el Opresor? ¿Se sostiene la pretensión de educar “en la libertad”, “en la crítica”, o “para la emancipación”, desde una Institución diseñada para inculcar el principio de autoridad, reproducir la dominación social y ‘sujetar’ a la juventud? ¿Cómo puede un profesor, un funcionario, un empleado del Estado, alegar que desarrolla su trabajo desde la perspectiva de la Contestación, de la Resistencia, de la Negación del Poder? Mi respuesta es hoy inequívoca: esto no es concebible, no se sostiene, nada de eso es posible…
Por esencia, la figura del Profesor es una figura autoritaria. Lo quiera o no, todo “educador”, constituido por el Estado, ejerce el poder, gobierna en el aula, administra, ‘dirige’ a los alumnos… Se ampare en una u otra ideología, se aferre a una u otra propuesta pedagógica, invente los métodos alternativos que invente, hable poco o mucho de la explotación, de la desigualdad, del racismo, etc., el Profesor, el Educador, por la naturaleza de su práctica social, por la estructura de la Institución en que trabaja, por el modo en que la Legislación ha ‘definido’ su oficio (delimitando un espacio de “obediencia”, espacio de la Norma; y también un espacio de “desobediencia inducida”, de “ilegalismo útil”, espacio de la disidencia integrada, del reformismo), por los conceptos filosóficos a que se acoge, por la ‘moral’ que vigila sus pasos, por la ‘formación’ que ha recibido, por la manera en que el Estudio, la Universidad, el Empleo y la Nómina han ido moldeando su carácter, por lo que ‘enseña’ en el plano de la “pedagogía implícita”, del “currículum oculto”, por los modelos que perpetúa en su relación con los alumnos y con las autoridades educativas, por su actitud ante la Escuela, por los ‘signos’ de que se inviste, etc., por todo esto, el Profesor, el Educador (decía) aparece siempre como un baluarte de la reproducción ideológica del Sistema, un segregador y un domesticador social, un agente de la represión y de la violencia simbólica, un eslabón decisivo en la cadena del autoritarismo, un ‘corrector’ del carácter, un re-codificador policial del deseo…»

 

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