El aburrido ciudadanismo y la memoria revolucionaria. Sobre el documental “Juanas Bravas”.

El aburrido ciudadanismo y la memoria revolucionaria.
Sobre el documental “Juanas Bravas”.

En las últimas semanas se estrenó el documental “Juanas Bravas” dedicado a la memoria de la compañera anarquista Juana Rouco Buela desde el territorio dominado por el Estado de Argentina, presentándonos su vida desde un punto de vista que podríamos definir como “histórico”. Compañera nacida en 1889, con un recorrido que va desde la afiliación y participación activa en la FORA hasta la creación del periódico “Nuestra tribuna” la que:

“Será una hojita del sentir anárquico femenino. Una pequeña y grande tribuna de ideas, arte, crítica, y literatura.” (…)  “propagar “Nuestra Tribuna” en la fábrica, el taller, la campiña y la gran urbe, es un deber que incumbe a toda mujer consciente; a fecundar pues sus columnas.: “¿Qué nos circunscribiremos a hacer una propaganda femenina? ¿Quién dijo eso? Nuestros propósitos son esencialmente sociales, nuestra hojita será un quincenario anarquista de elevación mental de la mujer y el hombre, pero escrito por mujeres.”


Llegando años más tarde incluso a participar en la revolución española de 1936.

El relato que Juanas Bravas intenta realizar se conforma de entrevistas a compañeros anarquistas, entre ellos Orlando Torrado y Osvaldo Escribano, a las nietas de Juana Buela por otro lado, y a la académica Dora Barrancos, asesora del actual presidente del Estado Argentino.

Al hacer una crítica o lanzar una opinión de una película documental, podríamos pensar desde donde la hacemos, esta podría ser desde un egoísmo personal que se reduce a cuestionar “por qué no se dice lo que yo quiero que se diga”, a pensar las formas cinematográficas en las que se construye el relato, o a limitarnos a una objeción puramente ideológica.

Lo que Juanas Bravas nos invita en primer término es al debate ideológico, no por una propuesta lanzada por la película en sí, sino por la falta de la misma, en este sentido podríamos actuar con sorpresa la falta de una perspectiva anarquista en las líneas documentales, pero lamentablemente nos recuerda a la recuperación Estatal que las distintas películas y proyectos culturales de las instituciones Argentinas vienen realizando en las últimas décadas, donde encontramos rápidamente “Soledad” sobre Soledad Rosas, o “Ni dios ni patria ni marido” sobre Virginia Bolten, por nombrar ejemplos que utilizan el proclamado “nuevo auge” del feminismo para financiar sus proyectos artísticos, afirmándonos una y otra vez que es “desde las buenas intenciones”.

Lo que resulta problemático de la película en sí, es que no solo no responde a una memoria reivindicativa de la lucha anárquica, sino que al contrario, la bajada ideológica propuesta por la directora Sandra Godoy, es la idea que el anarcofeminismo se condice directamente con la lucha por el aborto legal encolumnada en la famosa “marea verde”, una idea que no solo responde a una perspectiva ciudadanista, sino que invisibiliza las posiciones que lxs compañerxs anarquistas han tenido frente a, por ejemplo, las manifestaciones pacíficas, el pedido de reformas, o el oportunismo político de dichas consignas. Juanas Bravas no se preocupa en profundizar el anarcofeminismo, ni las posiciones anarquistas de Juana, sino que construye un relato “bienintencionado” donde nuestras luchas se limitan al pedido por “mejores condiciones” y “justicia social”. Invisibilizando por ejemplo las decenas de oportunidades en las que dichas columnas y sus representantes intentaron entregar a la policía a compañerxs anarquistas, repitiendo la consigna de que “son infiltradas”, y pasando por alto la infinidad de expresiones que si se reivindican anarcofeministas tanto en este territorio como en otros, que van desde la conformación de bloques negros en Rosario, La Plata o Mar del Plata, hasta actividades y jornadas de debate, reflexión y posiciones críticas.

Siguiendo esta línea podríamos recordar por ejemplo como oportunamente se omite la posición de Rouco Buela frente al peronismo: “La dictadura y ascensión al poder del general Perón reeditó los atropellos de Uriburu; ningún dictador permite una institución que, como la F. O. R. A., se rija por el sistema federalista, luchando sus organizaciones por los medios que da la acción directa, es decir, sin que el gobierno intervenga para nada en las luchas entre el capital y el trabajo, sino que obreros y patrones se entiendan directamente, sin dar lugar a dirigir, ni ser dirigidos, como sucede con el movimiento obrero de hoy, que más que obrero es un partido político en el que se encumbran algunos y del que se aprovechan todas las dictaduras de derecha y de izquierda. Al llegar Perón al poder fue inmediata la clausura de los locales obreros de la F. O. R. A., allanamientos y encarcelación de sus componentes; de nuevo la destrucción de tantos sacrificios, teniendo que luchar muchos años clandestinamente, lo que ha dado como resultado un debilitamiento general de sus cuadros, que si no han desaparecido, ni desaparecerán nunca por su contenido ideológico, su reorganización se hace dificultosa por la desaparición de la gran mayoría de sus componentes.” 

Al mismo tiempo que, recordamos, se refuerza la línea ideológica del film en las palabras de la asesora del actual presidente Argentino, quien evidentemente es peronista, por si hace falta aclararlo.

Por otro lado se nos podría cuestionar que al fin y al cabo se le “da lugar” a los anarquistas, entrevistando a los compañeros mencionados, y hasta filmando los interiores de la ya desocupada “Solidaria” en Montevideo, frente a esto podemos pensar cómo es que se expresa ese lugar, y es reduciéndolo a un espacio cultural, donde lamentablemente las palabras expresadas por los compañeros reafirman este tenor histórico y cuasi extinto del anarquismo, acá podríamos señalar con el dedo y hablar del montaje o cuestionarnos la participación de compañeros en este tipo de instancias, dos temas complejos y enrevesados, en todo caso nos limitaremos simplemente a afirmar que ninguna obra, por más bienintencionada que se autoproclame  (y ejemplos nos sobran), que sea financiada o apoyada por instituciones gubernamentales, puede responder o reafirmar nuestras convicciones, aunque parezca obvio y repetitivo, el Estado es nuestro enemigo, incluso con sus representantes progresistas que dibujan guiños supuestamente afines, las buenas intenciones de estos productores siempre responderán a sus lógicas ciudadanas, reformistas y evidentemente legalistas, resulta algo hasta ridículo que haya compañerxs que le sigan dando la mano en busca de una “buena propaganda”.

Más allá del documental en sí, nos toca nuevamente pensar las formas en las que reafirmamos nuestra memoria revolucionaria, desde nuestras propias perspectivas, donde obviamente habrán desacuerdos y posiciones encontradas, pero que al fin y al cabo responden a inquietudes que por lo menos se reafirman anarquistas, ¿cuantas veces tendremos que seguir viendo la memoria anárquica dibujada detrás de un tibio tamiz reformista? Depende de nosotrxs  reivindicar la memoria de lxs compañerxs y de esta forma también profundizar y ser criticxs con las proyecciones que llevamos adelante, nuestra memoria revolucionaria no puede seguir siendo un hábito de consumo moldeado a gusto ciudadano, sino que busca romper con esta realidad y destruir todas sus instituciones, recordar a compañerxs como meros “luchadores sociales”, no solo es un insulto, sino que también retrata hasta qué punto podemos normalizar esas visiones en nosotrxs mismxs.

 

 

A continuación adjuntamos las palabras de Juana Rouco Buela por ella misma:

Juana rouco buela- Historia de un ideal vivido por una mujer